Hay una cierta creencia popular acerca del golf que lo enmarca como una “actividad recreativa” y no propiamente un deporte, ya que se considera que la actividad física realizada durante el juego es muy limitada. Nada más lejos de la realidad. Pese a las imágenes recurrentes de golfistas moviéndose de punta a punta del campo de golf en un buggy o cochecito, durante un partido, que puede durar fácilmente 4 horas y media, se pueden llegar a recorrer entre 6 y 8 kilómetros a pie, se carga o se tira de una bolsa de palos que pesa varios kilos y se ejercitan músculos de casi todas las partes del cuerpo.
En concreto, en la realización de un swing se mueven hasta 124 músculos, un 25% de todos los que posee el cuerpo humano. Y en un movimiento de apenas décimas de segundo se alcanzan velocidades de más de 100 km/h. Con estas exigencias físicas, los dolores crónicos, las tendinitis y las lesiones por una técnica inadecuada están a la orden del día. De hecho, la tasa de lesiones en este deporte es mayor que en otros mucho más físicos, como el fútbol o baloncesto.
La musculatura de la parte superior del cuerpo, brazos y tronco, es la máquina principal en el desarrollo del swing, un movimiento violento y explosivo que puede repetirse 80 o 90 veces durante los 18 hoyos de un juego completo. Para realizarlo correctamente, se ponen en marcha músculos situados en muñecas, hombros, antebrazos, espalda, pecho, zona lumbar… Una enjambre muscular que posibilita la complicada técnica del swing de golf.
Los principales músculos implicados en el movimiento del golf en esta parte del cuerpo son los flexores y extensores de muñeca y codo, músculos de hombro y espalda, como el trapecio, dorsal o deltoides, y músculos abdominales oblicuos e inferiores. Los músculos del tronco son los que generarán la potencia y transmitirán la velocidad al palo, mientras que los de los brazos acompañarán el movimiento.
Aunque la parte superior del cuerpo es la dominante en la realización del swing, no debemos olvidarnos de la parte inferior, cuyos grupos musculares también se activan en el movimiento. Glúteos, isquiotibiales, cuádriceps y gemelos ayudarán a la realización de golpe y, sobre todo, darán equilibrio a todo el conjunto muscular.
Esta compleja mecánica, que implica tantos grupos musculares, necesita una adecuada realización y una alta comprensión de la función de dichos músculos para evitar y corregir vicios que pueden acarrear frecuentes lesiones. La mayoría de golfistas que pasan por nuestra consulta sufren problemas musculotendinosos, normalmente por sobreuso y la realización de movimientos repetitivos. Este hecho incluso ha puesto nombre a una lesión específica en este deporte, el codo de golfista o epitrocleitis. Un adecuado diagnóstico de estas lesiones, muchas veces cronificadas, es fundamental para comenzar una adecuada recuperación. Disfrutar el golf sin dolor es posible.